Como el personaje de la historia de anime, Miura nació en Shizuoka, una ciudad costera que alterna fuertes vientos con veranos cálidos de mucha humedad e inviernos de poca nieve, tras comenzar dando patadas en la escuela, decidió buscar la gloria lejos de casa, el fútbol en Japón no era profesional y Brasil, la cuna del balón, sería su destino. Coritiba, Santos y Palmeiras fueron las camisetas que vistió, allí, entre otros, forjó su amistad con Zico, curioso parecido al mentor de Óliver, Roberto Sedinho le llamaron. Tenía 15 años Miura cuando partió a tierras desconocidas, se convirtió en un icono de Japón, un espejo donde estrellas actuales como Honda o Kagawa podrían mirarse, cuando aquella leyenda empezaba su carrera, estos aún no habían nacido.
A diferencia de Atton, Miura volvió a Japón antes de emprender rumbo a Europa. La primera edición de la J.League contaría con su buque insignia, el niño que más peleó por ser futbolista debía estar, y estaría. Miura sería nombrado por la Confederación Asiática como mejor futbolista del continente, el primero en lograrlo. Coleccionista de títulos colectivos, individuales y goleador por naturaleza, bien se había ganado su viaje a Europa, el primer japonés en hacerlo, su hora había llegado.
Italia era el país, Genoa su destino. Los paralelismos con la serie de Takahashi continuaban, aunque aquí Óliver eligió España, el Cataluña F.C, el guiño entre camisetas, más que similares y su llegada al viejo continente tienen tintes semejantes. El ‘cuento’ seguía. Miura se lesionaba al poco de llegar al país transalpino, al igual que su homólogo animado debía recuperarse de un fuerte golpe en los primeros compases del curso. Como no podía ser de otra forma, la leyenda nipona se repondría. Un curso pasó en tierras italianas antes de regresar a su Japón natal, allí recuperaría sensaciones, su buen fútbol le brindó un nuevo regreso a Europa, Croacia le esperaba, Zagreb le acogió y el nipón conquistó un título liguero. Antes de regresar a Asia, donde siempre destacó, buscaría un contrato en Inglaterra, no lo consiguió y tras seis buenos cursos en casa, cuando el retiro asomaba, la leyenda nipona emprendió un nuevo viaje, esta vez sería a Sídney, Australia, donde una vez más el japonés rayó a un gran nivel.
Desde su traspaso al Genoa, la historia de Miura y el anime de Atton eligieron caminos dispares, y es que Óliver no solo triunfó en Europa, si no que fue capaz de guiar a su país a la conquista de un campeonato juvenil en Francia y a la disputa del Mundial de 2002, donde nuestros dibujos finalizaban con un partido entre Japón y Brasil, no sabemos si lograrían levantar el trofeo, lo que si conocemos es que Miura nunca pudo disputar una fase final.
Kazu Miura dejó Shizuoka para regresar convertido en el “Rey Kazu”. Tan sólo Kanamoto ha logrado más tantos que Kazu con el combinado de Japón, más de 50 en 89 partidos, superando los 200 en total y la sensación de ver como su figura representa más que el simple hecho de ser futbolista. En el año 2000 disputó en Casablanca su último partido internacional, un 6 de junio dejó de vestir la casaca nipona, pero este joven de casi 50 años sigue haciendo goles en el Yokohama F.C, en su país, al que tanto dio y tanto le dio.
Óliver nunca fue real, y lo que es seguro que a “King Kazu” le hubiera gustado que su historia acabase como la del anime, pero también es cierto que si Atton pudiese tener vida, elegiría ser futbolista y elegiría ser Kazu Miura, nadie lo duda. Mito. Leyenda viva. Un héroe de dibujos animados.
Enorme Kazu. Estoy preparando una guía de la Serie A de los años 90 (desde la 90-91 hasta la 98-99), con las estadísticas año por año y totales, mejor once global y demás, de todos los equipos que participaron enSerie A esos años, que no son pocos. Trabajo de chinos, que me llevará un montón, pero estoy disfrutando como un enano. Un saludo, otro gran artículo.
ResponderEliminarEnorme trabajo el tuyo. Estaremos alerta para leerla en cuanto la saques. Un saludo
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