Aquí comienza nuestra historia. Os presentamos el sueño del Racing Matra y de Lagardere, el precursor de los Abramovich, jeques, magnates y oligarcas de la actualidad.
Y ahí, en el mundo amateur se lo encontró Lagardere, un empresario con un gran sueño. Intentó su compra en 1982 pero la directiva se opuso, por lo que el magnate se decidió por el París FC, al que cambió los colores por los del Racing Club y bautizó como Racing París 1. Al año siguiente, sí logra convencer a los directivos del club y se efectúa la fusión entre los dos conjuntos. Nació el Racing Club de París.
El nuevo equipo se proyecta con mucha ilusión y en su primer año consigue el ascenso a la máxima categoría, gracias en gran medida al delantero argelino Madjer, que había despuntado en el Mundial de España. El primer curso en la vuelta a la élite se convierte en todo un fracaso, la estrella argelina ni siquiera acaba la temporada y finalmente se vuelve a perder la categoría.
Pero Lagardere no pararía en su intento de llegar a lo mas alto y apuesta a doble o nada, refuerza el equipo con internacionales como Bossis y de nuevo vuelve a máxima categoría por la vía rápida.
Todo apunta hacia un solo camino, el éxito. Pero en el deporte saltarse pasos suele acabar en caída. En ese primer año solo consiguen acabar en un decimotercer más que discreto puesto, todo un fiasco, aparte de no conseguir enganchar a un gran número de aficionados. Aun así el empresario sigue con su sueño y contrata a Artur Jorge, técnico que acaba de proclamarse campeón de Europa, ¿Les suena de algo? Aun así y pese a luchar durante todo el año por el título, un final espantoso les aparta de la gloria.
Ese final de temporada marcará el camino del club, pues el equipo empieza a desquebrajarse poco a poco salvando la categoría de milagro, ahora si parece lejano el éxito y esto propició la marcha de Lagardere y sus estrellas.
El empresario, siempre acostumbrado al éxito tanto en los negocios como en otros campos del deporte, automovilismo y carreras de caballos especialmente, abandonó el equipo y como en otros casos que ahora nos sonarán (Racig de Santander, Málaga o Anzhi), el club lo nota en demasía, económica y deportivamente.
Vuelta a los infiernos, retorno al fútbol amateur. En la actualidad transita entre la cuarta y la quinta categoría del fútbol francés, muy lejos del glamour, los grandes estadios y sin las estrellas que lucieron la camiseta durante aquellos maravillosos 80. Si bien es cierto que durante un día, tradición anual, se enfrentan al Arsenal en un amistoso en el que durante 90 minutos recuperan el sitio con el que soñaron afianzarse, aquel sueño de Lagardere del que pronto despertaría.
Hoy día copan portadas PSG, Mónaco, Manchester City o Chelsea, ellos disfrutan como lo hizo por un breve tiempo el Racing Matra, aquel conjunto francés pionero de sueños en los que el dinero no fue suficiente. Ese juego de ricos empresarios que mediante un fuerte desembolso de billetes buscan crear un gran equipo, un plantel que cause envidia y sea capaz de ganarlo todo. El éxito lo marcan los títulos, ahí es donde el juego puede, o no, llegar a su fin. Esperemos que los ricos que animan e inflan el mercado no acaben de la misma manera. La historia de este club parisino es una gran advertencia de lo dura que puede ser la vuelta a la realidad, caída poderosa que vaticina una más que cercana, o casi, desaparición. Al menos en los olimpos del balón, “lo que rápido viene, igual se va”.
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