Recordar de dónde venimos

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Se habla de las posibilidades del Granada CF en esta Liga 2013/14. El cuadro rojiblanco se reforzó pronto y bien, con bajo coste o incluso haciéndose con jugadores que quedaban libres en sus equipos. El staff deportivo ha sabido combinar veteranía y juventud para dar solidez a todas las posiciones. Piti, Riki e Iturra, sumados a nombres menos conocidos en nuestra Liga como Coeff o Douglas Santos, llegan a la plantilla granadinista para resolver dos cuestiones prioritarias: la falta de gol de la que adolece el equipo desde que ascendió a Primera y la marcha de piezas clave en la última campaña como Mikel Rico, Nolito o Recio, entre otros (más el probable traspaso de Siqueira).

Ese equilibrio en todas las líneas levanta unas expectativas inusitadas en la ciudad de la Alhambra. Mientras unos quieren mantener los pies en el suelo, conscientes del peligro del descenso, otros piden mayores aspiraciones y sueñan con que este Granada sea la revelación del campeonato liguero.
Pero la consolidación en Primera no va a ser un camino de rosas, y eso lo saben más que en ningún sitio en el club nazarí, al que le costó 35 años recuperar una plaza en la élite del fútbol español.

Aquel histórico Granada de los setenta, el ‘matagigantes’, el equipo que llegó a ser sexto en la temporada 1973/74, cosechó una reputación de equipo duro que caló popularmente gracias a Aguirre Suárez o Pedro Fernández, por ejemplo, que imponían ese ‘respeto’ que significaba visitar Los Cármenes.

Pero en 1975-76, el Granada comenzó su particular peregrinación por las categorías modestas del fútbol español y descendió a Segunda con Miguel Muñoz en el banquillo, un hombre en cuyo currículum figuraba el haber entrenado al Real Madrid de las cinco Copas de Europa.

Ése fue el inicio de la época más negra para el granadinismo. Los ochenta fueron un vaivén continuo de idas y venidas entre la Segunda y la Segunda B. A finales de la década, los problemas económicos e institucionales se sumaron a las dificultades deportivas, y los noventa no mejoraron en absoluto las circunstancias del equipo.

La crisis granadinista se incrementaba hasta que, en 2002, el Granada CF perdió su plaza en Segunda B debido a los impagos a sus trabajadores y el equipo sufrió un descenso administrativo que dio con el club en Tercera división. Eso no hizo más que agravar la situación, pues se evaporaban las ayudas y cada vez era más complicado encontrar inversiones para un equipo que deambulaba por los estadios del fútbol modesto.

La inestabilidad institucional afectaba directamente al plano deportivo. Los impagos llevaron a la movilización de los jugadores en no pocas ocasiones. Llegaron incluso a encerrarse en las oficinas de Los Cármenes para reclamar sus sueldos.

El club pasaba de unas manos a otras sin encontrar solución. Entonces tomó las riendas de la institución la familia Sanz. Paco, hijo del expresidente del Real Madrid Lorenzo Sanz, presidió al equipo que logró por fin regresar a Segunda B. Al poco tiempo, Ignacio Cuerva recibió la herencia de un club que no había dejado aún atrás sus problemas económicos.


La solución, por fin, se halló en 2009, cuando el Granada CF aprobó su conversión en Sociedad Anónima Deportiva, lo que posibilitó la entrada en escena de Gino Pozzo. El dueño del Udinese italiano se hizo cargo de la deuda existente y puso a su socio Quique Pina y a Juan Carlos Cordero al frente de la dirección deportiva del club.

Como fruto de su gestión, el Granada ascendió a Segunda en 2010 y, sólo un año más tarde, puso rumbo a Primera. Consolidó un equipo equilibrado y se puso en funcionamiento la conexión Udine-Granada, que permite al club rojiblanco incorporar a sus filas a futbolistas propiedad del conjunto italiano.

Con no menos dificultades, esta vez más de índole deportiva, el equipo logra mantenerse dos temporadas consecutivas en la máxima categoría del fútbol español gracias a una política institucional que ofrece cierta tranquilidad financiera al equipo. Eso, a nivel de estructura, permite ir creciendo en todos los sentidos: desde la ampliación del estadio o la edificación de una ciudad deportiva hasta el fichaje de jugadores de garantías y la posibilidad de hacerse con la propiedad de jugadores que hasta ahora eran ‘un préstamo’ del socio Pozzo.

Sin embargo, hasta llegar hasta aquí, y con la certeza de que hay que seguir regando el jardín para que no se sequen las plantas, el Granada ha pasado por no pocas dificultades. No es malo soñar ni ambicionar, pero el equipo rojiblanco tiene que ir pasito a pasito para que un tropiezo no le haga perder el equilibrio y caer de nuevo. Para tener claro a dónde vamos, hay que saber de dónde venimos.

Por Pilar Arjona, @pilar_arjona en twitter.
También en @GranadaSphera

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