“No sé si he sido un símbolo, eso lo dirán los demás, lo que sí es cierto es que yo me siento madridista hasta la médula”
Obviamente no hablamos de símbolos que inventa la prensa, nuestra prensa. Aquellos a los que se les ensalza por dar opinión contraria de la del entrenador de turno, entrenador al que derrocar, al que hay que bajar del Olimpo ficticio al que previamente ellos mismos habían ascendido. Cada palo que aguante su vela…
Hablamos de Juanito, como es normal al tratarse de jugadores que son considerados leyenda para un equipo, el odio que reciben desde eternos rivales es directamente proporcional al amor de los suyos, esto no puede coger de sorpresa a nadie.
Para los más jóvenes la imagen que se tiene de Juanito es la del pisotón a Matthäus o la del botellazo en la cabeza en Belgrado tras una provocación a la grada, para otros seguramente ni eso. Ni se me pasa por la cabeza insinuar que son acciones defendibles desde un punto de vista racional, desde luego esa era una parte del de Fuengirola, no era la buena evidentemente, pero era una de ellas. Como él mismo dijo, se trataba de su “yo” que siempre había intentado domar, pero desgraciadamente no siempre lo conseguía. Aunque en su defensa hay que decir que nunca tuvo reparo en pedir disculpas casi inmediatas e incluso maldecirse públicamente. Nada de ruedas de prensa con texto leído ni intentos de lavado de imagen por parte del club que paga. Una disculpa sincera, sin textos ni palabras guiadas, palabras desde el corazón… Las comparaciones siempre son odiosas.
En cuanto a la parte estrictamente futbolística de Juanito, el madridista era un jugador con clase, con mucha clase. Pese a no ser un goleador al uso, se alzó con un trofeo pichichi en la temporada 83/84. Jugó dos Mundiales, el del 78’ y 82’, y una Eurocopa, la del 80’. Disputó 34 partidos como internacional. Estuvo diez campañas en el Real Madrid en las que conquistó dos copas de la UEFA y cinco Ligas entre otras, pero su carrera no solo transcurrió por Chamartín. Málaga, Burgos y Atlético de Madrid (sí, han leído bien) fueron otros de los equipos que disfrutaron del fútbol y la categoría del 'siete'.
Tampoco he querido ahondar demasiado en sus características futbolísticas, sus títulos o logros, ya que la grandeza de Juanito no se explica solo desde su fútbol, su carácter en aquellas noches europeas de remontadas, su brega incesable y su amor por la camiseta blanca explican que más de 25 años después de su marcha del club blanco, aún se le recuerde en cada partido que se disputa en el Santiago Bernabéu. En cada minuto que lleva su firma.
Su trágica muerte, en 1992, en un accidente de tráfico cuando regresaba a Mérida tras ver un partido de copa de la UEFA de su equipo del alma, no hace otra cosa que agrandar su persona a la categoría de mito para los madridistas. Y en eso quedó convertido para siempre. Juan Gómez ‘Juanito’, el símbolo.
(Vídeo vía youtube: 'Informe Robinson' el 7 Maravilla, Canal +)
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