Victor Moses es una de las mayores promesas que ha dado el fútbol inglés en los últimos 10 años. Y refuerzo la palabra promesa. Lo es desde hace, por lo menos, un lustro, y continúa siéndolo hoy en día.
Cuando tenía sólo 11 años, el pequeño Victor tuvo que emigrar de su país natal, Nigeria, debido a la muerte de sus padres y encontró asilo en el barrio londinense de South Nordwood. Allí, el nigeriano se educaría y jugaría al fútbol en la liga local Tandridge, para jóvenes amateurs, dónde sería espiado por los ‘scouts’ del Crystal Palace.
Pronto, dichos scouts le llevaron a la academia de los 'Eagles', fabricando lo que podía haber sido un prodigio para el fútbol inglés. Moses marcó 50 goles en tan sólo 3 temporadas como sub-14, ayudando en las categorías inferiores del club a conseguir títulos escolares, como la National Cup, dónde marcaría los cinco goles de la final ante la Healing School de Grimsby, una ciudad en la ribera del río Humber (costa este de Inglaterra).
El extremo, rápido por naturaleza, de unas condiciones físicas envidiables y con una destreza de ensueño con el balón en los pies, debutaría en 2007, con 17 años y marcando 3 goles en 13 partidos con el Crystal Palace en la Championship. En las dos siguientes temporadas, en el mismo equipo y en la misma categoría, Moses sería la sensación del torneo y se convertiría en una de las mayores promesas del fútbol inglés, con tan sólo 19 años y con un brillante futuro por delante. Roberto Martínez, gran experto en la caza de talentos (véase James McArthur, James McCarthy, Àngel Rangel y una lista interminable de jóvenes que todavía tienen mucho que decir), pronto se fijó en él y en enero de 2010 se lo llevó al Wigan Athletic, pagando 2,5 millones de libras al club londinense.
En el Wigan, Victor Moses creció en todos los aspectos. Físicamente ya andaba sobrado, pero Martínez supo construir un monstruo capaz de todo. Imparable por la banda, el nigeriano lo era prácticamente todo en los 'latics', llegando a ser el futbolista más determinante en las dos temporadas y media que vistió su camiseta. Robert supo frenar su afán de desborde continuo, sus precipitaciones a la hora de correr con el balón hacia la línea de fondo, le inculcó intensidad defensiva en la presión y le hizo un hombre de equipo.
Con 20 años, Moses ya había sido insustituible en la sub-16, sub-17 y sub-19 de Inglaterra y había disputado algunos partidos con la sub-21, cuando decidió unirse a la selección absoluta de Nigeria, viendo que la banda derecha del combinado nacional inglés estaba ya bien cubierta por Aaron Lennon y Theo Walcott.
Tras sus dos años y medio en Wigan, su fichaje por el Chelsea le hubiera podido catapultar a la selección absoluta de Inglaterra, pero su afán para ser el jugador clave le hizo lanzar de cabeza al continente africano. Y puede que haya acertado. Ganó la Copa de África de Naciones, fue el mejor futbolista del torneo y su nombre dio la vuelta al Mundo. Pero, ¿qué habría pasado si en 2014 Moses hubiese disputado el Mundial de Brasil como extremo titular de Inglaterra? Siempre nos quedará la incógnita y las ganas de verle levantar un título con los Pross.
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