Cien años después San Mamés baja el telón. El telón de un escenario sobre el que se han representado 1302 partidos de liga, 244 de Copa, 10 de Champions, 62 de UEFA (incluyendo una final), 3 de Recopa, 2 de Supercopa, 9 partidos internacionales (3 de ellos del mundial del 82), 6 de Copa de la liga, 113 de campeonatos regionales y 1 de Intertoto. Se ha representado fútbol. Se ha respirado y vivido fútbol.
Como le pasara a Santiago Nasar en la novela Gabriel García Márquez, la de San Mamés es una muerte anunciada. Una muerte que todos saben que ocurrirá. Todos, menos él mismo. Muchos se acercan, nos acercamos, a visitarlo por última vez. Queriendo despedirnos y quizás prevenirle de lo que está por llegar. Pero esos muros, que han sido testigos de 100 años de historia, futbolísitca y social, que han cobijado a generaciones de athleticzales y de todo tipo de aficionados al fútbol, parecen no querer inmutarse. Dando la sensación de que todo sigue igual. Conservando toda su magia hasta el último momento.
Aunque en realidad San Mamés no muere. Solo se adapta a los tiempos bajo una nueva arquitectura. Prácticamente en el mismo emplazamiento. Y lo más importante, con la misma energía. Con la misma afición que hará que su aroma se mantenga intacto. Ese aroma que ha calado y embriagado a todo aquel que se ha perdido entre sus entrañas, a todo aquel que ha ocupado una de sus butacas. El verdadero aroma del fútbol, en el que todos tienen cabida.
Agur San Mamés y ongi etorri San Mamés.
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