Otra temporada que se va de Trigoria con suspenso como nota. Sin competiciones europeas, el equipo que empezó entrenando Zdenek Zeman y acabó haciéndolo Aurelio Andreazzoli tenía como primer objetivo volver a jugar en el viejo continente. Se soñaba con la Champions, se exigía la Europa League. Después de una liga llena de altibajos (más bajos que altos), el puesto europeo no se consiguió. Pero quedaba la Coppa. Un buen torneo (victorias en Florencia y en Milán contra el Inter) había hecho llegar al equipo giallorosso a la final. En el día de la reválida, en el examen de recuperación (la final de Coppa) el equipo no superó el mínimo exigido, suspendió, perdió con total merecimiento y se dejó la posibilidad de título ante el máximo rival y de cumplir el objetivo mínimo cumplido: estar en la Europa League.
Jugar en Europa es un premio, y como cada premio hay que luchar por él y hacer más méritos que el o los rivales por ganarlo. Este pasado domingo en el Olímpico, con una Lazio fundida por su larguísima temporada y poco fondo de armario, le bastó con no ser el peor para dominar a su manera el partido. La Roma no sólo fue el peor antes del gol de Lulic, sino que la reacción después del gol fue nula e insultante para los aficionados romanos. Incluso para la hija de Totti, que acabó llorando en el palco VIP.
¿Quién son los culpables?
En un grupo de casi 30 personas entre jugadores y staff técnico, más directivos, parece ilógico e injusto señalar a una sola persona. Parece injusto señalar al técnico checo o a su sustituto italiano, aunque el primero por su estrambótica forma de pensar en el juego de todos al ataque y que defienda el portero y por su incapacidad de que el vestuario crea en él; y el italiano por su incapacidad de tomar decisiones a tiempo durante los partidos y por alinear a los jugadores según su estatus dentro de la plantilla, tienen que ser culpables.
Pero también lo serán los jugadores, que son los que, en definitiva, con sus aciertos o sus fallos están capacitados para lograr los objetivos. Hasta 24 de ellos han tenido minutos durante la temporada. Obviando a Romagnoli, Nico López, Dodò, Perrotta, Lobont (que pudo ser el héroe de la final) y Taddei por su falta de minutos (incomprensible en los dos primeros), el resto de la plantilla, salvando a muy pocos, han estado por debajo de un nivel esperado. Sólo Marquinhos estuvo un escalón por encima de lo esperado (sin duda, una de las sorpresas del Calcio en esta temporada). Podríamos incluir a Totti, que estuvo especialmente bien en los primeros dos tercios de temporada, pero que puede que la edad le pasara factura a final de la misma y, pasará de nuevo de tener 20 años sobre el campo a los 36 que realmente tiene.
Los que si alcanzaron una nota digana, fueron pocos: Stekelenburg (rindió bien cuando fue titular), Florenzi (la falta de gol le impide estar en la lista junto a Marquinhos), Marquinho, la pareja Castán-Bradley (a partir del equilibrio defensivo de Andreazzoli, mejoraron su rendimiento). Por otro lado, los griegos Torosidis (llegó en enero) y Tachtsidis (joven debutante en Serie A) y Piris (al que se le acaba su cesión en junio) se han ganado la oportunidad de seguir, pero no ofrecieron lujos en sus primeros meses de romanos. Caso especial es el de Osvaldo. Su rendimiento es bueno (máximo goleador en Liga), pero su carácter impide pensar que pueda continuar.
Dos suspensos rozan el suficiente: Lamela y Destro. El primero -más allá de un buen número de goles- anduvo escaso de asistencia, se ausentó en los partidos importantes y fue incapaz de mandar cuando a 'Il Capitano' le faltaban energías. El segundo es un buen delantero que se mueve bien, es joven y tiene un futuro espléndido, pero no tuvo el acierto esperado de cara al gol.
Los suspensos sin peros son los de Goicoechea, Burdisso, Balzaretti, De Rossi y Pjanic. Al guardameta uruguayo de Zeman le pudo la presión, no se le renovará. El central argentino no ha vuelto a ser el que era después de la lesión del año pasado. Sufre en carrera, tiene fallos de bulto en el marcaje y fue protagonista en casi todos los goles encajados del equipo. El carrilero zurdo italiano llegó con la vitola de internacional y de ser un jugador incansable y con mucha presencia en campo contrario. Ni mucho menos. Superado en defensa, sin presencia ofensiva. Su partido en la final de Coppa es un ejemplo de su año. El caso del “futuro capitano” es el más preocupante. De líder defensivo el año pasado a inoperante e invisible éste. No fue capaz de manejar los partidos. Volver a la defensa sería una forma de recuperarlo en nivel. Por último, el mediapunta bosnio, Pjanic, sigue sin explotar. Como otros tantos jugadores de gran calidad, la irregularidad es su adjetivo más especificativo.
Temporada nueva, otro proyecto que empezar
Ahora habrá que pensar en hacer cambios. Desde la llegada del nuevo entrenador a varios fichajes, uno al menos por cada línea. Habrá que acertar en el entrenador, no tendría sentido elegir a un técnico defensivo (distinto a Luis Enrique y Zeman). Dar más protagonismo a los Florenzi, Tachtsidis o Romagnoli, ejercer la opción de compra por Destro e incluso Piris, intentar conservar a Lamela y sobre todo a Marquinhos… y seguir rezando para que Totti pueda seguir a un nivel mínimo. Eterno Totti.
Por Rafael Medel, @RafaMedelC en twitter,
también en @VAVELcom y dirigiendo @ASRomaSphera.
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