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El 'método' Vázquez
Corría el mes de Febrero, más concretamente la jornada 23. Domingos Paciencia era el técnico deportivista entonces, el luso había llegado en el mercado invernal y a decir verdad tuvo un inicio esperanzador con un par de resultados positivos, pero tras ellos, el equipo había caído en una dinámica negativa de la que parecía complicado salir. Aquel día había partido de urgencias en Riazor, se enfrentaba el Depor al Granada en un choque que debía ser el que funcionase como un despertador para los gallegos. Antes del mismo, como es lógico, todo eran buenos propósitos, pero cerca de llegar al descanso se pudo comprobar que todo lo que pudiese salir mal ese día, saldría. Un contundente 0-3 frente a un rival directo, ante tu propio público… y lo que aún es peor, sin visos de que la situación se pudiese revertir.
Todo parecía indicar que el sueño se esfumaba, que solo había sido algo efímero, un año tocando las estrellas para volver a la lucha en categorías más terrenales. Para colmo, mediada aquella semana, Domingos Paciencia presentaba su dimisión, decía sentirse derrotado, sin fuerzas para dar la vuelta a la situación. Desde la distancia daba la sensación, ya no solo que el portugués huyese del barco, sino que lo que quedaba de campaña iba a ser una dura penitencia, demasiado larga recordando que tan solo nos encontrábamos en el mes de Febrero. Fue entonces cuando Lendoiro optó por un entrenador de la tierra, el tercero de la temporada tras Oltra y el mencionado Paciencia. Llegaba Fernando Vázquez, muchos años desaparecido del panorama futbolístico y tal vez métodos obsoletos para salvar una situación crítica.
Desde el primer momento se pudo ver que Vázquez era un creyente convencido, un ultra ortodoxo de que la situación era salvable, quizás demasiado viendo en qué situación estaba el equipo. Sus anteriores periplos por equipos de similar calado, avalaban que era un gran técnico, pero casi siete años de inactividad parecían muchos. El de Castrofeito dejó un gran recuerdo en Vigo, donde llegó a meter al Celta en Europa, en Sevilla donde llevó de la mano al Betis a Primera División pese a ser destituido cuando el equipo ocupaba plaza de ascenso, o en Compostela, a quien Fernando dirigió varias campañas. No solo dejó huella en esos clubes: Mallorca, Oviedo, Rayo, Las Palmas o Valladolid también fueron dirigidos por este profesor de inglés de indudable carisma. Seguro que todo el mundo recuerda y para nadie pasaban desapercibidas aquellas celebraciones de goles con carreras por la banda del Multiusos de San Lázaro, ya ha pasado mucho tiempo de aquello pero es buena muestra de la energía y el positivismo que Vázquez representa. Y es que quizás sea eso lo que el club coruñés reclamaba.
Lejos de grandes revoluciones tácticas, la gran diferencia de este Deportivo está más en lo psicológico que en lo táctico, técnico o futbolístico. Obviamente el equipo tiene matices que señalan alguna diferencia con los entrenadores anteriores, como la confianza que Fernando Vázquez ha depositado en Silvio para cubrir con garantías el lateral izquierdo o que ha desterrado la figura del mediocentro defensivo puro y duro en detrimento, primero de Bergantiños con Oltra y luego de Assunçao, o incluso ambos, con Paciencia. Otra diferencia palpable es la entrada de Valerón, que no es decir poco, de una manera asidua en la media punta de los blanquiazules. De todo ello se ha visto favorecido Juan Domínguez, y es que el canterano se ha hecho con un puesto fijo en el once al lado de Abel Aguilar, es cierto que ahora el equipo saca el balón jugado con mayor claridad y que las posesiones de balón son más largas y en zonas de mayor influencia, pero quitando esta salvedad la gran diferencia del equipo está en lo anímico. El trabajo psíquico del gallego está sentando las bases para que los resultados salgan. Los pesos pesados del vestuario, véase Manuel Pablo, Aranzubía, Marchena, el propioValerón o Riki, han dado un paso adelante desde la llegada del ‘profe’.
En unas pocas semanas, el de Castrofeito, se ha convertido en todo un ídolo para la parroquia deportivista. Su cercanía con la afición, su carisma, su normalidad en el trato con los aficionados y su indudable conexión con la grada, le han hecho ganarse la confianza de todos.
Los partidos se empiezan a ganar desde antes del pitido inicial y es que cada rueda de prensa es una lección de positivismo, esperanza, cordura y tranquilidad por parte del gallego. Todos estos y alguno más son los pilares, los pilares en los que se sujeta ‘el método Vázquez’.
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