PSG, la gran novela francesa del s.XXI

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Nadie mejor que un francés para venderse a sí mismo. Nadie lo duda. París es el mejor invento que han dado y ellos lo saben. Por eso es que todos resultamos, en algún momento de nuestras vidas, sacándonos fotos en la Torre Eiffel y entrado al Museo de Louvre. Nada de sembrar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. No. Lo realmente importante de la vida pasa por ir a París y decirlo.

Sin embargo, ha surgido un inconveniente: el fútbol ha llegado a París. Y lentamente empieza a despertar el interés del turista que ve un nuevo museo a las afueras de la ciudad, justo en la periferia, y al lado del Bois de Boulogne, el famoso parque donde a mediados de los ochentas, un pequeño japonés quiso lanzar al lago los restos humanos de una amiga, a la cual acababa de descuartizar y cocinar. En fin. El caso es que el fútbol empieza a despertar pasiones inesperadas en la ciudad luz, acostumbrada a otro tipo de expresiones y de muestras de afecto entre sus habitantes. Podría decirse incluso: acostumbrada a otro tipo de arte.

No obstante, hacer pinceladas en el Parque de los Príncipes resulta en este momento tan importante como encontrar una obra extraviada de Da Vinci o de Miguel Ángel. O en otras palabras: traer a David Beckham es como colgar un original en el césped. Uno más al lado de la estatua de Ibrahimovic y de alguna camiseta firmada por Pastore o Lavezzi. La pregunta es ¿Por qué no habían entrado en el negocio de las camisetas? ¿Por qué hasta ahora? ¿Por qué parece tan nuevo este PSG que lleva años mirando a sus colegas europeos por debajo del hombro? ¿Quién dio la orden para que el PSG  por fin entrara a competir donde se juega al fútbol actualmente? O sea en la venta de camisetas, en los derechos de televisión, en los fichajes estratosféricos, cotizando en bolsa...etc. ¿Acaso París necesita otro “espacio de emergencia para el fin de semana”? ¿Será que hasta allí llegaron los rumores de que los museos más visitados en España en los últimos años son el del Santiago Bernabéu y el del Camp Nou, por encima del Prado? Si es así, ya no hay duda de que el turismo deportivo es la gran apuesta para este comienzo de siglo, donde lo importante es vender una manera de vivir el fútbol, más allá de los resultados.

Y eso es el PSG: la alternativa 'chic' para aquellos que añoran vivir un partido de fútbol con champagne y sin salvajes lanzando bengalas. Y esto me trae a la memoria la primera vez que estuve en París haciéndome fotos. Iba caminando por los Champs Élysées y de repente me encontré con la tienda oficial del equipo y, no se me ocurrió otra cosa que preguntar por la camiseta de Yepes, el defensa colombiano que por esos días llevaba el número 6 a la espalda. Y cuando me la trajeron, la devolví. Y no la compré. Porque lo importante en el fútbol de hoy, no es hacer goles ni tener buenos jugadores, sino saber rentabilizar un imágen, rentabilizar un producto, Yepes no lo hacía.

 

Eso es el fútbol: un discurso sencillo lo suficientemente demoledor como para que caigamos rendidos. Y no creo que haya un relato mejor construido que ese llamado: París. Una sola palabra. Un solo sustantivo capaz de arropar el proyecto futbolístico-deportivo-económico más conmovedor de los últimos años: chicos malos y chicos buenos jugando al fútbol bajo la batuta de algún iluminado que dé lo suficiente de que hablar en la noches de bohemia en el Barrio Latino y en Montparnasse. ¿Qué dirían Jean Giraudoux, o André Maurois de este PSG? ¿Será que Camus sería hincha de los parisinos? Una vez un fotógrafo famoso (famoso por dedicarse exclusivamente a hacerle fotos a escritores), me dijo que en Francia, no se podía ser del PSG ni por todo el oro del mundo. Y entonces veo el oro, y ahora digo que el oro también hace hinchas.

Finalmente, lo único que le falta a ese fútbol parisino del PSG es un Henry de Montherlant que escriba la gran novela sobre el equipo: un relato decimonónico donde los grandes temas del hombre tales como el gol, el penalti y los títulos, se den cita en medio de las turbulencias de un equipo de fútbol a orillas del Sena.

Por @alejo_diaz, (www.literaturavsfútbol.blogspot.com.)

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