Guti, buscando el pase perfecto

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Ya hace un mes que el genio de Torrejón, el '14', anunció su adiós al fútbol. Pese a recibir ofertas de USA, Qatar o incluso una muy seria por parte del River Plate argentino, Guti ya no volverá a deleitarnos con sus imposibles pases.

Salido de la fábrica madridista, a la que llegó con 9 años, le costó asentarse en el primer equipo tras su debut en diciembre de 1995. No fue hasta la llegada de Del Bosque al banquillo, cuando consigue imponerse como un jugador determinante. Siempre adaptándose a nuevas posiciones por la llegada de los nuevos fichajes y visto como revulsivo, con el técnico salmantino demuestra su polivalencia marcado 14 goles en una temporada ejerciendo como el delantero del equipo.

Fue sin embargo con Schuster en la temporada 2007/2008, otro elegante e incomprendido centrocampista, con quien Guti realizó su mejor campaña. Aparte de ganar la liga con una aplastante superioridad, el '14' jugó 32 partidos y se convirtió en el mejor pasador de la competición, con 18 asistencias.

Siempre admirado por sus compañeros, Ronaldo llegó a decir que es el jugador con mayor calidad con el que había jugado, tardó en ganarse el cariño del Bernabéu, aunque finalmente se convirtió en uno de sus héroes, aquel en quien confiar cuando las cosas venían mal o tocaba remontar algún partido.

Pese a la fama de revulsivo, el de Torrejón acabó su carrera en el club de Chamartín con 542 partidos oficiales y 77 goles, aparte de un impresionante palmarés donde destacan 3 Champions, 5 ligas y 2 copas Intercontinentales.

Tras su salida del club blanco, fichó por el Besiktas turco, donde conquistó el único título que le faltaba a nivel de club, la Copa. Año y medio duró su aventura en Estambul, donde pudieron disfrutar durante 40 partidos de su fútbol y sus genialidades.

Quizá su lunar fue la selección. Porque pese a jugar 13 ocasiones con la absoluta, nunca llegó a contar con la plena confianza de ningún seleccionador, terminando su carrera sin llegar a disputar ningún torneo internacional.

Siempre nos quedará la duda de lo que pudo haber sido, de si aprovechó todo su potencial o se dejó llevar a sabiendas de su calidad. Aun así sus grandes goles, sus pases milimétricos o sus únicos taconazos dejan claro la calidad del mediapunta madrileño.

Y es que Guti hizo de su juego un arte, siempre buscando el camino más directo hacia el gol, el camino que muchos no veían y que los espectadores solo podían imaginar. Quizá esa búsqueda de la excelencia, del pase perfecto, de intentar demostrar su calidad, le hacia intermitente en su juego, capaz de lo mejor o de desaparecer en el partido, pero siempre diferente.


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