La actual situación del Málaga y las decenas de rumores de la últimas semanas, ninguno positivo, han vuelto a encender las alarmas. Lo que en otros países ha funcionado afianzando la situación de los equipos, en España es sinónimo de tragedia, estafa y desastre deportivo. Como antes comentábamos, la creación de las SAD no ha conseguido evitar la ruina económica de los clubes. Pero no solo eso, la cración de las SAD quitaba el poder de los equipos de la mano de los socios para entregárselo al mejor postor. Esta situación posibilitaba que una o varias personas y/o una empresa cogiera el mando e hiciera y deshiciera a su antojo y no siempre para bien del club. Esto en muchos casos ha llevado a situaciones límites donde la desesperación y los cantos de sirena de estos extravagantes inversores ha producido que los clubes se pusieran en manos equivocadas. Repasemos los casos habidos en el fútbol español, como se han desarrollado y las consecuencias nefastas que han acarreado.
El nombre de Piterman nos es conocido a todos. Este empresario ucraniano llego al Alavés en 2004 tras un nefasto paso por el Racing de Santander para convertirse en presidente/entrenador/fotógrafo y aunque lo devolvió a la máxima categoría, pronto sus excentricidades, afán de protagonismo y su objetivo de irse con el bolsillo más lleno que cuando llegó sumió al club vitoriano en una crisis económica y deportiva de la que aún hoy no se ha recuperado. Hace pocos meses, un juez condenó a Piterman a devolver los casi 7 millones de euros que se llevó de las arcas del club y que propiciaron que este entrara en concurso de acreedores. Aunque hoy su paradero sigue siendo todo un misterio.
Ali Syed llegó al Racing de Santander con la promesa de convertir al equipo en un referente en la liga a altura de Madrid o Barcelona. Se hacía asimismo cargo de la deuda del club, que respaldaba con una fortuna de unos 8000 millones, que él mismo cifraba. Sus acciones y declaraciones no dejaban indiferente a nadie y su llegada sembró de optimismo la ciudad cántabra. Llegó incluso a pagar una parte de la deuda a los acreedores del club para evitar la desaparición de este. Pero pronto toda la ilusión y las promesas se desvanecieron. Los jugadores denunciaron el reiterado retraso en los pagos de sus nóminas, del igual modo que hacienda no recibía la cantidad estipulado en un calendario de pagos creado por el propio empresario indio.
El fuerte rumor de que su patrimonio no era tan grande como se estipulaba y la acusación por un fraude por valor de 72 millones de euros hizo que la confianza en él terminara por esfumarse. El fin de la historia es sabido por todos. Un nefasto plan deportivo ha llevado al equipo al descenso y una crisis institucional de proporciones bíblicas, perdiendo el apoyo de una afición cansada. Aún así, Ali Syed sigue al frente del consejo de administración del Racing, afirmando que no quiere vender y prometiendo, de nuevo, invertir en el club.
Pero sin duda el que más revuelo ha creado y del que más se esta hablando durante los últimas días es del jeque catarí Al-Thani. El Málaga CF en una situación económica desastrosa e inmerso en un concurso de acreedores buscaba al final de la temporada 09/10 un inversor que rescatara al club del agujero en el que se encontraba. Tras semana de búsqueda y negociaciones, el jeque Al-Thani compraba el club haciéndose dueño de este y siendo nombrado presidente poco después. Durante la primera temporada el equipo no rindió como se esperaba aunque un final de temporada muy fuerte les permitió terminar en la zona media, lejos de cualquier peligro.
Fue durante el verano del 2011 cuando la locura se desató en Málaga. El jeque dio carta blanca para fichar a quien fuera necesario con tal de llevar al equipo a lo más alto. Esto propició la llegada de hombres como Cazorla, Joaquín, Toulalan, Bounanotte, Sergio Sánchez o Mathijsen que se unían a Baptista o Demichelis fichados el curso anterior. Las ventas de abonos se dispararon y la expectación y la ilusión ante la temporada que tenía el equipo por delante era inmensa. El equipo cumplió a lo largo de la temporada con el papel que se presuponía cumpliría y se clasificaba por primera vez en la historia para la Champions League. Málaga era una fiesta. Pero de golpe y porrazo las noticias, todas negativas, se sucedieron.

A principios del mes de julio se conocía la noticia de que Cazorla, Rondon, Van Nistelrooy y Mathijsen habían denunciado ante la AFE al club por impago de sus nóminas, aunque poco después retiraban la denuncia al haber alcanzado un acuerdo. De igual modo, Villarreal y Osasuna hacían lo propio al adeudárseles pagos por los fichajes de Cazorla y Monreal, respectivamente. Casi paralelo a estas noticias saltaba a la palestra que el jeque estaba intentado vender el club, concretamente a un grupo inversol albanés, dueños del Bolonia italiano. La incertidumbre en el seno del club está produciendo que la salida de jugadores sea continua. Cazorla acaba de fichar por el Arsenal a cambio de 16,5 millones de libras y Rondon se marchó al Rubin Kazan a cambio de 9 millones. No se sabe muy bien que pasará con el equipo y lo que hace poco era alegría y entusiasmo se ha convertido en desconfianza y enfado.
El Granada es el único club español que se salva de la hecatombe de inversores y magnates fatídicos. En manos de la familia Pozzo, dueña también de Udinese italiano y del Watford inglés, ha llevado al club desde Segunda B de nuestro fútbol hasta la élite y con un gran beneficio, además de un constante movimiento de jugadores entre el club italiano y el granadino con muy buenos resultados. Esta es la excepción que confirma la regla porque hasta el momento lo que es mucho pan para hoy, termina siendo hambre para mañana, dejando a los equipos sumidos en una crisis difícil de superar.
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