Tito, la herencia de Pep

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Corría el año 2007 cuándo Pep Guardiola y su ayudante Tito Vilanova, se hacían con las riendas del filial culé. Cantera de grandes joyas que llevaba tiempo sin brillar. Tercera división era el escenario, un año estuvieron en la misma, el tiempo exacto para ascenderlo a la división de bronce de nuestro fútbol, dónde a su vez permanecería de nuevo una temporada, esta vez con Luis Enrique como “jefe de obra”.

Habían devuelto a La Masía del lugar dónde nunca debió moverse, o al menos devolver una filosofía de fútbol en la que algunos dejamos de creer. Esa en el que el peso del equipo la llevan jugadores de la casa, de los que sienten la camiseta, de los que años antes sonríen y lloran con las victorias y derrotas de sus mayores, de los que sueñan con algún día ser esos mayores y llevar sus colores a levantar todos los trofeos.

Esa temporada en el grupo Catalán de la Tercera División les valió como trampolín del primer equipo. Experiencia en la máxima categoría nula, ganas de triunfar y hacernos disfrutar muchas. Cómo ellos mismos decían, “Nos vamos a divertir”.

Así fue, cuatro temporadas divirtiéndonos, cambiando la manera de pensar desde el banco, en el juego, en la rueda de prensa, desde lo más interno de uno de los clubes ya de por si más importante del planeta. Y sobre todo haciendo disfrutar a una afición, no sólo la que acudía cada cuatro días al estadio, también los que desde el sofá veíamos este deporte de manera diferente. Nos gustaba, nos gusta. El resultado de nuevo innegable, inmejorable, cuatro temporadas de títulos, todos los posibles. Champions League, Liga, Copa del Rey, Supercopa de Europa, Supercopa de España, Mundialito de Clubes… a todos estos, sumar los premios individuales y los que reconocían al club cómo lo que era, uno de los más brillantes de la historia del balompié.

Hace unos meses, el líder del vestuario blaugrana y gran artífice de los éxitos en esta etapa, Guardiola, anunciaba que su ciclo en el banquillo culé finalizaba. Cambió de aires, buscar el tiempo libre que el fútbol le negaba o simplemente que no se veía con las mismas fuerzas que en los inicios. Poco más, porque preguntar, la historia sigue, el equipo continúa. Sólo algo más, Gracias Pep.


Esta historia que ha de seguir, lleva inscrito un nuevo nombre, el que ocupaba el papel de secundario en la obra de Pep, su mano derecha todos estos años desde que cogió aquel filial. Él, Tito Vilanova.

Conocedor de la casa, de los valores, de los jugadores, del banquillo, de los rivales, el sustituto perfecto que supo elegir su lugar, su labor. No tuvo prisa y aquí esta, el Barsa de Tito, el que espera continuar un ciclo de fútbol impresionante. Cómo diría su predecesor y amigo, “Nos vamos a divertir”. Que así sea.

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